Emocionarse con Internet

La importancia de la experiencia humana más allá de la tecnología es una oportunidad para construir formas genuinas de expresión y vida.

Hoy las emociones venden más que las razones. La experiencia de compra es el gran objetivo comercial, con estrategias online y offline de venta que apelan a sentimientos y vivencias como las formas más convincentes para mover al consumidor y conseguir que compre. O, también, que se implique en alguna gran causa si quienes están detrás son Organizaciones No Gubernamentales, gobiernos o entidades diversas. Los datos, el marketing, los anuncios, los productos, la bondad, la solidaridad y la inteligencia artificial están al servicio de ciertas estrategias, que apelan directamente al fondo del ser humano, al mundo de  las emociones.

Máquinas

Las máquinas también las provocan, no solo por la apariencia física, por sus atractivas formas y esa imagen idealizada del producto que genera la publicidad. Aquellas que transmiten informaciones, que favorecen la intercomunicación o fomentan la interactividad al momento, esas nos enganchan por sus posibilidades socializadoras y por su capacidad de que formemos parte del mundo aun estando aislados. Incluso, que nos fabriquemos nuestros particulares territorios.

A las emociones que provocamos las personas en encuentros físicos y presenciales, ahora se añade la mediatización de las máquinas. De intermediarias y medios han ido más allá de tantos mensajes como nos acercan. Nos dejamos influir por su magia, que nos fideliza hasta la dependencia. Provocan que nos afecten  sus connotaciones, la nomofobia nos atenaza y  caemos en sus redes (nunca mejor dicho). Nuestras caras a veces suelen ser auténticos emoticonos, con muecas, gestos, gritos que exteriorizan sentimientos y respuestas inmediatas. Hoy para muchas personas la empatía y las habilidades sociales se transmiten por redes. Se desconoce si en situaciones parecidas también se reproducen en la vida presencial. Emociones a golpe de bit, exteriorizadas como un acto reflejo, no para quien está a nuestro lado sino para alguien a quien no ves ni te ve pero te ha de notar en el flujo de la red.

El gran peligro se observa en sus efectos negativos, usados por los agoreros del catastrofismo para culpabilizar a las máquinas de los cambios en el comportamiento humano.  Intelectuales como Evgeni Morozov reflexionan en sus artículos y libros sobre efectos e implicaciones políticas y sociales de   la tecnología en la sociedad. El filósofo Byung-Chul Han profundiza en el enjambre digital y cree que la hipercomunicación nos aleja más del otro, en un mundo capitalista donde “uno se explota a sí mismo y cree que está realizándose”.  El ensayista y novelista Umberto Eco decía que Internet es un mundo salvaje y nocivo.

Comportamientos

En un texto anterior afirmamos que la tecnología tiene ideología. Además, crea adicción en personas propensas a vivir al servicio de ella. La tecnología cambia deprisa mientras los seres humanos lo hacemos más despacio, con supuestos cambios que, analizados a fondo, suelen ser adaptaciones a novedades pasajeras que nos recompensan. Se estudian los efectos de todo en la sociedad y en las personas, comenzando por esos comportamientos diarios de la consulta constante, sonidos que avisan de la entrada de nuevos mensajes, ir juntos pero estar aislados en los auriculares, orientarse preguntando a máquinas y no a personas, comprando en centrales de vending y en computadoras que intuyen lo que queremos antes de decidirlo.  Quizá nos emocione tanta sabiduría ajena, ahora llamada inteligencia artificial, y nos olvidamos de que el gran poder está en la natural y propia de cada persona. Razones y emociones son compatibles.

Habilidades

Resulta interesante reflexionar y también en cierta medida emocionarse con las habilidadesque se preconizan como muy importantes en el siglo en el que vivimos: las hay para la vida personal y profesional; sobre pensamiento, valores y actitudes éticas, con especial incidencia en elementos que se deberían enseñar desde la escuela primaria: pasión, curiosidad, imaginación, pensamiento crítico, determinación, persistencia y habilidades sociales como la empatía o la motivación. Si la educación consigue fomentarlas, las emociones serán espontáneas o no pero su interpretación denotará un dominio de cada persona por sí misma. Más habilidades y competencias, y no tanta memorización.

Autocontrol

El más eficiente autocontrol ante Internet es fruto de una educación digital, de pensar en los efectos de los mensajes y de conocer las limitaciones de los discursos digitales. Se necesita más formación en la semiótica de los relatos on line -cómo se construyen, cómo se interpretan y qué variables influyen- , sean textos, audios, videos, simuladores, juegos o videojuegos.  Por muchos emoticonos añadidos a un texto, sus efectos en el receptor pueden ser perversos si no aprendemos a ponernos en el lugar del otro antes de enviarlo. A menudo, los sobresaltos, los enfados y las incorrectas interpretaciones se solucionarían con la potenciación del contacto presencial. Los matices, los sentimientos y las emociones por la red están a merced del flujo constante de intervenciones reflejas inmediatas, con poca reflexión previa. Y todo queda en un archivo digital y público, aunque creamos que es privado. ¿Nos podríamos emocionar si seguimos el consejo del experto Santiago Moll y ponemos el nombre nuestro o el de nuestros hijos entre comillas en Google? Sigamos con la prueba en las redes sociales y luego analicemos las conclusiones. Quizá no siempre estemos satisfechos de nuestra identidad digital. Pero la hemos fabricado nosotros. Sin apenas darnos cuenta.

Virales

Todos nos hemos impresionado con vídeos de todo tipo que se convierten en virales. Se expanden por la red y consiguen miles de usuarios en poco tiempo, que a su vez los reenvían y amplían el impacto. El marketing y la publicidad se sirven de las emociones para contar historias que dejan huella. Dar es comunicar, por ejemplo, es la frase con la que una campaña publicitaria tailandesa denominada Giving cautivó al público hace unos años. O el de unaorganización suiza que ayuda en la integración de personas con discapacidad.  Abundan los ejemplos de niños, animales, personas que reivindican derechos, relatos preparados que se presentan como fortuitos, acciones para combatir los prejuicios y la falta de respeto, el activismo emocional en internet y cualquier otro montaje o meme anónimos. Los hay por millones.

Estas técnicas también sirven en las clases para trabajar cómo conseguir determinados efectos positivos, a la vez que se aprenden recursos que se utilizarán  para interpretar sus resultados. Ejemplos muy cercanos de alumnos adolescentes conocidos: anuncios como  Stop al Bullying,  o para fomentar quererse (el amor no mata). Son ejemplos de tantos otros como producen los jóvenes para emocionar y conseguir buenos resultados. En el mundo de la enseñanza, la educación emocional del profesorado y alumnado es una asignatura aún pendiente.

Les invito a probar, a ser creativos y a generar formas expresivas que emocionen a sus semejantes y les generen estímulos para mejorar el mundo. Todos necesitamos refuerzos positivos, ponernos en la situación de los demás, con o sin Internet. Pero, sobre todo, el contacto físico, la mirada, la empatía, el gesto, la cercanía, la palabra, el silencio.

Colaboración en alianza con Colombia Digital:

Evaristo González Prieto

Profesor y periodista, licenciado en Ciencias de la Comunicación, profesor de español, director y gestor del proyecto TIC de la Institución Educativa pública Torre del Palau, de Terrassa (Barcelona – España).

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