Los celulares también sirven para educar y aprender en clase

Teléfonos móviles como herramienta para las aulas de clase.

El gran actor catalán Josep Maria Pou, en una función de la obra “Sócrates”, representada en Barcelona (España) a mediados del pasado mes de julio (antes se estrenó en Mérida, Badajoz), una vez apagadas las luces de la sala, se dirigió a un público bastante adulto para rogarle que silenciaran sus celulares, que respondieran a sus mensajes cuando la obra finalizara y que evitaran encender las pantallas por el efecto espejo que provocan cuando se ven desde el escenario. Acabada la obra, sugirió que todo ya podía “volver a la normalidad” y que no se privaran de sus costumbres comunicativas.

Un ejemplo de hace unos días que introduce algunas otras realidades cotidianas observadas en personas de todas las edades: mirar el celular en cualquier sitio, escuchar una gran variedad de timbres o tonos musicales, a veces en momentos inoportunos, demostrar nomofobia, ejercitar una continua interacción con la mensajería de WhatsApp, subir y consultar fotos en Instagram como si formara parte de un acto reflejo, escuchar conversaciones íntimas en espacios públicos, gritar para comunicar, gesticular profusamente como si la otra persona te estuviera viendo, tomar selfies de todo tipo y en cualquier momento, hacer ostentación de dispositivos tan grandes que no caben en ningún bolsillo y deben llevarse en la mano, etc.

¿Los adultos damos buen ejemplo a la población más joven con nuestros activos celulares? Las actuales tecnologías son tan nuevas que aún necesitan un tiempo para que interioricemos la norma más fácil: el sentido común y la responsabilidad en el uso, adecuándonos a los espacios y a los derechos de los demás. O sea: ¿educarnos para educar?

Si nos trasladamos a las aulas, la diversidad de opiniones en torno a su uso ha creado posturas diversas. Hay docentes e instituciones educativas que lo prohíben sin más, no se sabe si la decisión se debe a criterios pedagógicos, por comodidad para evitar la gestión de posibles conflictos o por estudios que indican una mejora del rendimiento académico si no se los permiten, o bien porque previenen temidas opiniones como las que un diario de Colombia recogía no hace mucho en sus páginas, relacionadas con el aumento de la distracción.

A propósito de lo anterior, el año pasado en este portal se publicó el texto titulado “Prohibido apagar el celular”. En 2013 causó gran sorpresa entre el profesorado mi intervención titulada “Por favor, enciende el móvil al entrar en clase”, en unas jornadas sobre TIC y educación celebradas en Salamanca.

Muchos alumnos adolescentes y jóvenes entran a las aulas con el celular encendido: en la mano, en el bolsillo o en su mochila. Disponen de una tecnología que les abre el mundo, llena de recursos para aprender, de ventajas y también de algunos peligros. ¿Alguien ha propuesto prohibir todos los vehículos a motor por los múltiples accidentes diarios que se producen en todo el planeta, con o sin víctimas?, ¿las personas más mayores alguna vez les han explicado el efecto que produjo en su día la primera radio y el primer televisor que entró en su comunidad y las reacciones posteriores?

La tecnología ha llegado para quedarse. El mundo económico hoy no se entendería sin el uso y la inversión en las TIC: van unidas al desarrollo de los países, tal como explicó recientemente en este portal el Dr. Bjron Lomborg, Director del Consenso de Copenhague; aunque en paralelo, según informes recientes del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), la mitad de su población sigue sin acceso a Internet.

Los entornos personales y sociales cada vez dependen más de unos avances en evolución constante. Y la educación, si su interés es preparar para el futuro, ha de comenzar desde el presente mediante el uso responsable de los dispositivos móviles (computadoras, celulares, tablets), con normas, objetivos y propuestas didácticas innovadoras, y no desde la cómoda prohibición, especialmente en tiempos en que se impone educar desde la responsabilidad.

Organismos internacionales como la UNESCO insisten en la promoción del aprendizaje móvil en las aulas. Hay bastantes centros educativos que ya trabajan en esta línea, con experiencias que se difunden en jornadas de expertos y en artículos que aparecen en los medios de comunicación. Por ejemplo: ‘Siete razones por las que se debe encender el celular en clase‘, o también en los contenidos de la Semana de la Educación de la Fundación Santillana.

Desde mi experiencia práctica de 18 años con las TIC entre alumnos de 12 a 18 años en la IE Torre del Palau, los dispositivos móviles se usan o se pueden usar para las siguientes actividades:

Búsqueda y consulta:

  • De información, traductores, enciclopedias. Es necesario saber cuál se necesita en cada momento y valorarlo por su calidad y fiabilidad en las fuentes.

Enseñanza recíproca:

  • Compartir e intercambiar apuntes, anotaciones, fotos, vídeos, enlaces y esquemas.
  • Consultar dudas y compartir soluciones.
  • Trabajo colaborativo.

Apps educativas:

Trabajar en nuevos programas educativos:

  • La robótica educativa, teniendo el celular como una herramienta de ayuda o para la realización de drones.
  • Leer libros en formato digital desde vías legales como Amazon u otras, documentos en PDF, medios de comunicación digitales y otros materiales.
  • Usar herramientas del celular y sus propiedades, tales como calculadoras, cronómetros, brújula, GPS, mapas.
  • Elaborar documentos multimedia, infografías, presentaciones, poadscast.
  • Repasar antes de un examen, consultar resúmenes y apuntes colgados en un espacio digital personal o compartido tipo Dropbox, Google Drive.
  • Participar e interactuar en redes sociales, blogs, mensajería tipo WhatsApp, crear grupos para aprender.
  • Organizar aspectos prácticos e importantes de la vida diaria como efectuar compras, reservas, alquileres, cancelaciones.
  • Relacionarse mediante Facebook, Twitter, WhatsApp, Instagram, Snapchat, Ask, etc.

 

Por tanto, no todo se reduce al WhatsApp, a la interactividad constante y compulsiva. En las aulas se han de implementar proyectos educativos con los adolescentes y jóvenes para aprovechar las enormes ventajas que tiene el uso de los celulares. También, educar en la prevención frente a peligros como, por ejemplo, los hackers, o el actual control que los Estados pueden ejercer sobre las personas con leyes que permiten entrar hasta en el terreno privado de los celulares.

Por otra parte, nunca olvidemos que el aprendizaje y el contacto presencial son fundamentales para educar en estas edades: que el mundo virtual no nos separe de la realidad. Llegados al extremo, siempre dispondremos de consejos para evitar la adicción al celular. Hay momentos en que apagarlo tiene grandes efectos educativos y muy positivos, lo mismo que saber estar en silencio, enfrentarte a tus pensamientos y escucharte a ti mismo.

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