‘Hay algo terriblemente equivocado con nuestro sistema educativo’

Un doctor en física indio plantea una revolución educativa y cuestiona la educación de hoy.

Sugata Mitra cuenta que el día que supo que era el ganador del Premio TED 2013, que otorga la organización del mismo nombre, dedicada a presentar conferencias sobre tecnología, educación y diseño (de ahí la sigla), llamó a su banco para pedirles que “estuvieran preparados” para recibir un millón de dólares.

Cuando narra esta anécdota, Mitra no habla en serio. Se trata de uno de los chistes que este indio de 62 años, oriundo de Calcuta, suelta durante las charlas que ofrece alrededor del mundo para compartir sus hallazgos en educación.

Aquel dinero, producto de su disertación en TED, titulada Construyendo una escuela en la Nube, fue depositado en las cuentas de la Universidad de Newcastle (Inglaterra), en la que Mitra es profesor de tecnología educativa. Con esa plata, él debía desarrollar un proyecto revolucionario.

Fue así como puso en marcha su experimento ‘La escuela en la Nube’, que combina dos de las ideas que lo impulsaron a cambiar sus prioridades como doctor en Física del Estado Sólido, del Instituto de Tecnología Indio, por el aprendizaje de los niños de menos recursos en su país.

Con computadores empotrados en la pared, Sugata Mitra comprobó que los niños aprenden solos y se enseñan mutuamente. Foto: Archivo

Esas ideas son ‘El hoyo en la pared’ y ‘La Nube de abuelas’. La primera, que le valió el reconocimiento de la comunidad académica desde su concepción, en 1999, consistía en llevar computadores a las zonas más pobres de su nación, fijarlos en una pared y ver cómo los niños los utilizaban sin supervisión. El resultado fue sorprendente: los pequeños no solo aprendían a usarlos y a navegar en internet por su propia cuenta, sino que demostraron ser capaces de enseñarse entre ellos sin ayuda.

La segunda idea servía para potenciar aquel proceso. El experto descubrió que el aprendizaje aumenta si, en vez de “enseñarles” a los niños, los adultos simplemente los “motivan, animan e impulsan a hacer lo que sea que estuvieran haciendo, como usualmente actúan las abuelas con sus nietos”. Así creó ‘La nube de abuelas’ (Granny Cloud, en inglés), una red de mujeres que animaban a los niños con videollamadas vía Skype.

Para comprobar sus hipótesis, con el jugoso premio de TED el experto construyó siete escuelas laboratorio idénticas en entornos diferentes, donde los niños aprenden solos y se comunican con las abuelas en la forma descrita. Tres están en regiones rurales de India, dos en zonas de clase media del mismo país y otras dos en la clase media británica. Los resultados de la investigación se esperan para finales de este año. Mitra habló con EL TIEMPO en el marco del TEDx (versión local del TED original) Unisabana.

¿Por qué fue tan importante ‘El hoyo en la pared’?

Lo que quería saber hace 16 años era si los niños podían enseñarse entre ellos a utilizar los computadores y el internet. La respuesta fue sí, algo sorprendente en ese momento. También encontramos que, después de aprender a utilizar el computador y a navegar en internet, los niños empiezan a aprender otras cosas. Eso lo llamé educación mínimamente invasiva, y abrió un nuevo paradigma, que desafió las bases de la educación misma, porque si los aprendices pueden controlar su aprendizaje, ¿qué papel debe cumplir todo el sistema educativo?

¿Qué explica que los niños aprendan solos algo que parece complejo, como los computadores, y que se enseñen entre ellos?

Ellos pueden aprender juntos si se les provee internet. No es que esto fuera algo que estaba pasando desde hacía tiempo sin que nos diéramos cuenta. No es tan dramático. Lo que sucede es que internet no existía. El punto es que, cuando se pone dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje, lo transforma radicalmente.

Ahí empieza a gestarse su idea del colegio en la Nube. ¿Qué características tiene?

El primer hallazgo fue que los grupos de aprendices con internet pueden administrar su propio aprendizaje casi por completo. El segundo hallazgo fue que el proceso se potencia si alguien los anima mientras aprenden, más que si los instruyen. Para mí esto es como lo que hacen las abuelas. Ellas no necesariamente saben lo que los nietos están haciendo, pero siempre tienen palabras de aliento, como: “¡Oh, es increíble, mira qué brillante eres!”.

En ese momento pensé en institucionalizar la admiración como método pedagógico, algo contrario al sistema actual, que adoctrina sobre la disciplina y el miedo que los estudiantes deben tener de ser pillados haciendo algo malo.

¿La admiración como pedagogía?

Este método se trata de atrapar a los estudiantes haciendo algo bueno. Entonces, pensé que la mejor forma de hacerlo sería a través de internet. De esta manera, podía tomar a cualquier persona en cualquier lugar del mundo para que les hablara a los pequeños con una cámara web, no para enseñarles sino para animarlos, preguntándoles qué están haciendo y diciéndoles cosas como: “eso es muy lindo, ¿por qué no pruebas algo diferente?”. Esto es lo que llamé ‘La Nube de abuelas’.

¿Qué tienen de malo los colegios de la actualidad?

Nada, excepto que el diseño que siguen y los resultados que obtienen no son relevantes; lo fueron hace 200 años y yo soy un ejemplo de ese producto. Si me pusieran en una máquina del tiempo y me llevaran 50 años atrás, sería muy útil por la formación escolar que tuve. En cambio, si me ponen ahora en un supermercado, con una tableta, tendría que ir donde algún niño para preguntarle qué debo hacer con ella.

¿Cómo se imagina los colegios del futuro?

Imagino un currículo libre y flotante y una pedagogía que no dependa de la instrucción, porque existe una diferencia entre las palabras enseñar e instruir. ¿Habrá enseñanza? Puede que sí, pero la instrucción es unidireccional, y creo que esta desaparecerá porque ya no será necesaria y será reemplazada por redes, redes de gente, de páginas web, de videos, redes de todo tipo que cambiarán la fuerza de conducción.

¿A qué se refiere?

Si el tipo de colegio antiguo es como un carruaje que lleva a un pasajero, pero que es manejado por el cochero, la escuela del futuro es un automóvil donde el pasajero es el conductor. El aprendiz será el conductor de su propia enseñanza.

Usted dice que no solo la enseñanza se ha vuelto obsoleta, sino que también el ‘saber’…

Ese es un concepto mucho más difícil de aceptar. El hecho es que una de las cosas que asumían las escuelas en sus inicios era que había que depositar mucha información en la cabeza de las personas antes de los 17 años, con la esperanza de que, un día, estas llegaran a necesitar algo de todo eso; cuando esto ocurriera, solo había que extraer los datos, razón por la que existen los tests para la memoria. Esta creencia ya no es válida, porque en el mundo en que vivimos, si estamos en medio de un problema y necesitamos encontrar algo, lo hacemos de manera inmediata, sin buscarlo dentro de la cabeza.

Deme un ejemplo…

Si le pregunto si sabe balancear una ecuación química y usted me dice que no, pero la respuesta a esa pregunta es realmente importante para su vida usted me diría: “Deme media hora y un teléfono inteligente para encontrarla en Google”. Lo que usted me estaría diciendo es que no necesita saber, pero puede hacerlo cuando lo necesite.

¿Qué habilidades habría que enseñarles a los niños? ¿Buscar en Google acaso?

Lo que les enseñemos no es importante, lo realmente valioso es saber qué deben aprender y la respuesta es: lo que necesitan. No se puede generalizar en un planeta con tanta gente. Para un niño en lo más profundo de India, el significado de la palabra decencia puede ser muy diferente que para otro pequeño en la Colombia rural. Durante muchos años el sistema escolar intentó establecer las mismas normas en todas partes y no funciona de esa manera.

Los niños usan computadores para su entretenimiento. ¿Cómo incentivarlos a utilizarlos para su aprendizaje?

No estoy seguro de que deberíamos hacerlo. Creo que tenemos que motivarlos a que se entretengan tanto como sea posible, porque el entretenimiento es bueno para sus cerebros, libera toda clase de hormonas positivas. Estamos menospreciando el papel del entretenimiento y, cuando vemos a los niños mirando sus celulares asumimos que están jugando y no es cierto, creo que buscan cosas. Esa es otra forma de decir que están aprendiendo.

¿Colombia debería preocuparse más por la educación o por garantizar el acceso a la tecnología?

El Gobierno debe enfocarse en la accesibilidad, que no es un problema exclusivo de este país. Cuando los gobernantes quieren hacer reformas educativas empiezan por la formación de los maestros y este es el camino equivocado ahora. Creo que deberían enfocarse en la infraestructura: electricidad e internet. Mi utopía es que el internet y la electricidad para los niños tengan la misma prioridad que el agua potable.

¿Qué pasa con su modelo en los lugares sin internet?

Esos lugares solo tienen que esperar al próximo año. No es necesario crear una nueva gran solución para ellos, porque no podemos frenar el avance de internet, que llegará a todas partes. Es como el agua potable, solo es cuestión de legislar adecuadamente y de tener precios apropiados.

¿Quién producirá el conocimiento en el futuro, si todo el mundo está buscando información que ya existe?

Es como decir que si desaparecieran las universidades también lo harán los saberes que rompen paradigmas. Si se mira la historia, este tipo de conocimiento ha provenido de espacios diferentes a las universidades y de individuos cuya educación era escasa. Más claro lo dijo Einstein: “La única cosa que interfería con mi aprendizaje era mi educación”. Hay algo terriblemente equivocado con nuestro sistema educativo.

NICOLÁS BUSTAMANTE HERNÁNDEZ
Redactor de EL TIEMPO

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